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martes, 3 de abril de 2012

¿Llegará el Pacto por la Educación?


Llevo tiempo diciendo que la educación no puede ser objeto de reforma, de parches, cada vez que cambia el signo político del gobierno, ya sea en el Estado o en las comunidades autónomas; que no hay sistema que lo resista; que era imprescindible conseguir un pacto por la educación consistente y duradero.
Y aquí estamos fuera de juego, en el dilema de que lo que se tenía que haber consensuado en su momento quizá haya que reformarlo con o sin el consenso deseable. Porque el actual sistema educativo tiene claras deficiencias que afectan a nuestro futuro.

Resulta que la actual situación socioeconómica, la macro crisis que estamos padeciendo no da margen a más retrasos y dilaciones. El pacto por la educación debe hacerse ya y rápido, aparcando egoísmos partidarios (de todos los sectores) porque nos implica a todos: no solo a los partidos políticos, sino a la sociedad civil en su conjunto, ya que todos, de una u otra forma, en uno u otra ámbito, somos comunidad escolar: profesorado, familias, instituciones, actores sociolaborales, medios de comunicación…

Y ¿cómo empezamos?, pues muy fácil: abordando en primer término cuáles son las causas que han generado las enfermedades que hoy padecemos: Por qué nos estamos planteando que la autoridad del profesor tenga rango de ley y qué responsabilidad en ello tienen determinados profesores, determinadas familias, algunos mensajes que trasmiten los medios de comunicación, algunos representantes de la administración… por qué se han perdido o deflactado algunos valores como el respeto ( y la culpa que ello tiene la absurda y perniciosa práctica del “coleguismo”, de la nivelación de roles sin medir sus consecuencias), el esfuerzo, el compromiso, el afán de superación…; cómo se ha llegado a los índices insoportables de fracaso escolar, por qué ese divorcio entre escuela y empresa…

Hecho el análisis y realizada la evaluación, deberemos plantearnos a dónde nos han llevado las brillantes ideas y la absurda priorización de necesidades educativas: ordenadores portátiles para todos, pantallas digitales, libros de préstamo gratuitos y universales, falta de adecuación del sistema de acceso a la carrera docente, subvenciones para actividades de todo tipo: semanas blancas y verdes, extraescolares de pilates, chino…, estudios absurdos que no llevan a nada, becas sin exigencia, matrículas para alumnos que tardan 8 años en terminar la carrera… Y analizado esto, ¿qué nivel de idiomas tienen nuestros escolares?, ¿qué nivel de lengua- comunicación-? ¿ se está dando la importancia que tiene a las habilidades sociales?, ¿se está educando la cultura del esfuerzo (emprendeduría, incentivación de los logros a través de la constancia y el compromiso)… Y estos valores también son aplicables a algunos padres (la conciliación de vida laboral y familiar requiere esfuerzos añadidos) y a algunos docentes.

Porque no olvidemos que no hay mayor desigualdad que la igualdad. ¿Tiene sentido que los libros sean gratis para todos y, además en préstamo, que los alumnos no pueden manipular, ni subrayar… con el efecto desmotivante que conlleva? Ni un solo alumno sin libros de texto, y gratuitos y en propiedad para quienes no puedan costearlos; ambiciosa política de becas para que a nadie se le niegue el derecho a la educación, pero con responsabilidad de rendimiento. Tampoco el Estado puede mantener matrículas subvencionadas a quienes se toman la Universidad como un período interminable de “vida de estudiante”…

La carrera docente debe variar y los mecanismos de acceso a ella también; incentivar mucho más a los buenos profesionales y pedir responsabilidades a los que no lo sean tanto, los menos, pero también los hay, como ocurre en todos los sectores; no penalizar la juventud frente a la experiencia, ambas pueden convivir; la introducción del PIR (algo similar la MIR de los médicos); formación permanente evaluable; no confundamos estabilidad con perpetuidad: estamos hablando de educación; adaptar los planes de estudio a lo que se va a enseñar y la metodología a la que se va a precisar. Una carrera, como toda profesión, empieza cuando se acaban los estudios: LA REALIDAD DEL DÍA A DÍA.; equiparación de sueldos pública y concertada…

Una llamada a la sensatez.

De la escuela emocional


Pero ¿qué es eso de la Educación Emocional y para qué sirve, vamos a introducir otra nueva asignatura, no quedamos en que debemos trasmitir conocimientos…? Estas y otras son preguntas que se me han planteado en varias ocasiones por parte de padres y alumnos: intentaré clarificar, porque estamos hablando de algo que es consustancial a la educación de nuestros hijos e imprescindible para la dimensión personal y social del individuo.

“En la actualidad dejamos librada al azar la educación emocional de nuestros hijos, con resultados cada vez más desastrosos. Una solución consiste en tener una nueva visión de lo que las escuelas puedan hacer para educar al alumno como un todo, reuniendo mente y corazón en el aula”. Con esta cita del psicólogo Daniel Goleman (1995) clausuré el pasado 23 de febrero la III Jornada “propuestas a los retos de la escuela de hoy: EducaciónEmocional” en la que pudimos escuchar una magistral conferencia del profesor Rafael Bisquerra sobre le educación emocional en la escuela del futuro.

Hay aspectos de las relaciones humanas que ni se adquieren espontáneamente ni son innatas, requieren trabajarlas, ser objeto de “educarse”. Que esto no sea así tiene consecuencias posteriores, cuando el alumno sale de las aulas y se enfrenta a la sociedad real en todos sus campos, incluido el laboral. Porque reconozcamos que son muchos los jóvenes a los que les cuesta no sólo relacionarse con los demás, sino también exteriorizar sus propios sentimientos.

Partamos de que una educación integral (y, si no lo es, podremos hablar de enseñanza o enseñanzas, no de educación) debe poner en relación el desarrollo cognitivo y el emocional, la mente y el sentimiento: ambos son esenciales para el desarrollo de la personalidad. Por ello, deben desarrollarse conocimientos y habilidades sobre las emociones que capaciten al individuo para afrontar mejor los problemas que se le plantean en el día a día. Porque este tipo de educación debe perseguir aumentar el bienestar personal y social y es un proceso educativo continuo y permanente, no solo a lo largo del periodo de escolarización, sino a lo largo de toda la vida. Debemos conseguir personas emocionalmente inteligentes. ¿O no estamos padeciendo verdaderos problemas de integración/adaptación, de comunicación interpersonal, de habilidades sociales?

Y no se trata de otra cosa que de conocer nuestras propias emociones y controlarlas; identificar las de los demás, asimilarlas y respetarlas: lo que nos posibilita nuestra relación con los otros. Se trata de que eduquemos para la vida (tiene que ver mucho con los valores) y ello implica fomentar actitudes positivas ante las situaciones cotidianas, desarrollar habilidades sociales (empatía) y estrategias para generar emociones positivas: la automotivación, la resistencia a la frustración , el desarrollo del sentido del humor, la disminución de la ansiedad, del estrés, de los desórdenes fisiológicos ( anorexia, bulimia, exceso de peso…)

La educación emocional abarca pues competencias básicas, tanto en el ámbito intrapersonal (YO) como en el interpersonal (LOS OTROS). En el primero: el esfuerzo mediante el rendimiento, la autodisciplina, el cumplimiento de obligaciones, la iniciativa, la adaptabilidad… En el segundo: la sociabilidad, la imaginación, la creatividad, la conciencia organizacional, la comunicación, la resolución de conflictos, el trabajo en equipo, el liderazgo, la colaboración.

No se trata, respondiendo a aquella pregunta, de una asignatura más, se trata de la ASIGNATURA (¿pendiente?) que da sentido completo al hecho educativo. Transmitimos conocimientos (enseñamos), pero esa transmisión se realiza en un contexto (escolar, familiar, social) con un fin (preparar para la vida); y para conseguir ese objetivo debemos posibilitar todas aquellas estrategias que ayuden al alumno (o hijo, o ciudadano) a desarrollar sus emociones, sus sentimientos, sus posibilidades en un escenario que fomente el desarrollo de esas habilidades en relación con los demás. Porque aquí es donde el concepto educación adquiere su valor integral.

No en vano hablaba Ortega de la dimensión social del individuo y del lenguaje (comunicación) como principal vehículo de socialización.

Nada más y nada menos.

Presidente de Fundación Piquer