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lunes, 28 de abril de 2014

“Tú puedes conseguirlo”




Hoy quiero empezar la semana lanzando un mensaje positivo a todos aquellos que ven como, de forma irremediable se acercan a un periodo de mucha tensión. Sí, los exámenes, prácticamente, ya están aquí.  En este sentido, todos hemos estado sometidos a temporadas de alta tensión, en las que afloran ese tipo de sentimientos. El estrés puede proceder de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir frustrado o furioso; los nervios aparecen cuando no tenemos un buen control emocional; y la ansiedad deriva del miedo, el desasosiego y la preocupación. Y todos ellos provocan en la persona un efecto de baja autoestima, que hace que por su cabeza ronden mensajes negativos y destructivos del tipo “no voy a superar el examen”, “no sé hacerlo”, “no me acuerdo”, “no puedo”, “no soy capaz”, “voy a suspender”…

Es común entre el alumnado relacionar la recta final de curso con los exámenes, y éstos a su vez con los nervios y el estrés. Aunque muchos estudiantes son capaces de controlar este tipo de sentimientos, otros no logran superarlos, por eso creo que será de gran ayuda que veamos cómo afrontar este tipo de situaciones.
Antes de nada, me gustaría dejar claro que el hecho de sentir ansiedad o nervios ante una prueba es, en cierto modo, normal. Se trata de una respuesta humana a una situación de peligro o amenaza que nos es desconocida. Lo importante en este tipo de situaciones es superar nuestras inseguridades para rendir más y mejor.  Seguro que muchos de vosotros habéis podido comprobar que cuando tomamos el control en momentos de ansiedad moderada, conseguimos mejorar nuestra productividad. El peligro aparece cuando éstos se experimentan frecuentemente y durante un periodo largo de tiempo. En este caso, una mala gestión de este tipo de situaciones podría llevarnos al fracaso.  

Estas situaciones de “peligro” o “amenaza” pueden venir en forma de examen para los estudiantes, o en forma de entrevista de trabajo para las personas en búsqueda de empleo. Centrándonos en el ámbito educativo y concretamente en los exámenes, si eres padre, madre, docente o estudiante, lo primero que debes saber es que para poder superar el estrés hay que desmontar el miedo a examinarnos. Debemos intentar “quitarle hierro” al asunto así como mostrar y transmitir una perspectiva más positiva con mensajes de ánimo del tipo “puedes conseguirlo”. Así, visualizaremos dos momentos de especial tensión para el alumnado: antes y durante un examen. 

De forma previa al examen, es decir, mientras nos preparamos para afrontar la prueba con éxito, es muy importante que planteemos un plan de estudio personalizado que se ajuste a la realidad personal de cada individuo y que le permita atender, de forma realista, todo el contenido que necesita interiorizar. 

 En esta planificación es fundamental que entendamos la importancia de los descansos. No por estudiar más horas de forma continuada memorizaremos más cantidad de contenido. Debemos estudiar de forma inteligente. En este sentido, organizaremos nuestro trabajo en tramos de una hora, con los correspondientes 5 ó 10 minutos de descanso, lo que nos permitirá mantener la atención y afrontar con frescura un mayor tiempo de estudio posterior.

 Por otro lado, aunque creamos que no tiene importancia, la alimentación también influirá en el estado de ánimo. Por este motivo, de eliminar las bebidas con cafeína tanto como nos sea posible para evitar su efecto estimulante pueda hacernos sentir más estrés del necesario.. Tampoco debemos olvidarnos de descansar lo suficiente y practicar algo de deporte para liberar la mente. 

Además de los consejos que acabo de citar, es importante marcar una serie de pautas en el momento de afrontar los temidos exámenes.  Cuando llega el momento de enfrentarnos al examen será aconsejable que pongamos en práctica una serie de pautas. En primer lugar, una vez que el examen está en nuestras manos deberemos revisarlo de arriba abajo para administrar el tiempo disponible. A continuación, trataremos de responder primero a las preguntas fáciles y aquellas que mejor nos sepamos, para posteriormente replantear las difíciles. También es muy útil que antes de escribir organicemos los pensamientos y, si es necesario, hagamos nuestras propias anotaciones o esquemas que nos sirvan de guía para desarrollar la respuesta. Y así, casi sin darnos cuenta, lograremos completar nuestra prueba y ganarle la batalla a los nervios, el estrés y la ansiedad. 

Aunque en el post haya hecho referencia a los exámenes de los estudiantes, adultos, adolescentes e, incluso, niños atravesamos este tipo de situaciones en alguna ocasión. Por eso, en este aspecto, las estrategias que aprendamos hoy nos servirán para enfrentarnos a otras situaciones el día de mañana.

lunes, 21 de abril de 2014

¿Cómo afrontar el final de curso?





A pesar de que el periodo vacacional  de nuestros jóvenes aún no ha terminado, ha llegado el momento de empezar a preparar lo que, a buen seguro, va a ser el tramo más difícil del curso académico. Después de las vacaciones de Pascua, el calendario escolar alcanza un ritmo frenético y, antes de darnos cuenta, nos encontramos en la semana previa a los exámenes finales de junio. Se trata de un mes y medio crucial, en el que los alumnos deben ser conscientes de todo lo que está en juego.  Es el momento de dar el último paso, de hacer un último esfuerzo. 

Ante esta situación, la pregunta crucial para nuestros hijos, alumnos, incluso para nosotros mismos es: ¿Cómo afrontar el final de curso? A decir verdad, no hay una poción mágica que asegure el éxito escolar. Sin embargo, sí que podemos señalar algunos aspectos que pueden ayudar a los estudiantes a encarar el final de curso con seguridad y garantías. En este sentido, es importante que, como padres y tutores, focalicemos su atención en la importancia del día a día, al mismo tiempo que les transmitimos confianza y positivismo. La premisa es clara: “Querer es poder”

Como educador, quiero compartir algunas metodologías que la experiencia me dice que son muy positivas.
Si nuestro hijo viene arrastrando resultados poco satisfactorios es necesario que exista una comunicación clara entre ambas partes para conocer cuáles son los puntos clave a solucionar. De esta forma, trataremos de consensuar las medidas a tomar en las próximas fechas. Debemos actuar como apoyo y respaldar de forma inamovible aquellas medidas que consideremos fundamentales para controlar su desarrollo académico en todas y cada una de las asignaturas. 

Sin duda, uno de los aspectos más importantes que el alumnado debe tener en cuenta a la hora de afrontar los últimos meses de clase es el conocimiento de sus limitaciones. El estudiante debe ser consciente de lo qué no puede pretender pero, sobre todo, de lo que puede alcanzar con una buena planificación. En este sentido, para conseguir un buen rendimiento, los especialistas recomiendan estructurar los tiempos de estudio en periodos máximos de 45 minutos, acompañados de un breve descanso antes de continuar con el aprendizaje. Aunque suene muy teórico, preparar un calendario de trabajo en el que se organice la materia a estudiar en función del tiempo disponible será esencial para evitar sustos de última hora y poder abordar todo el temario antes de realizar el examen. 

Además, a estas alturas los alumnos juegan con un punto a favor: conocen la metodología de cada profesor. Por lo tanto, saben de su exigencia, así como del tipo de exámenes de cada uno. El conocimiento de estos y otros aspectos son muy importantes pues sirven de ayuda a los chicos y chicas para profundizar en diferentes aspectos de las materias que les pueden llevar, además de a comprender mejor su contenido, a conseguir el resultado académico esperado. 

Estamos a tiempo. Dos meses es tiempo suficiente para coger las riendas y encaminar los resultados de nuestros hijos o alumnos en la buena dirección. Los valientes se atreven a superar obstáculos, a creer en sí mismos, a mirar más allá del problema y a ver el objetivo trazado.

lunes, 14 de abril de 2014

Estudiar en Semana Santa, una garantía de éxito






Llega Semana Santa, tiempo de desconexión y relax para muchos, pero de intenso trabajo para otros. En Piquer aprovechamos las vacaciones para poner en marcha, una vez más, el Colegio de Semana Santa. Cinco días de intenso trabajo que tienen por objetivo preparar a los alumnos para los exámenes finales. Y es que una semana puede ser tiempo suficiente para marcar un antes y un después en la formación de nuestros hijos.

El Colegio de Semana Santa de Piquer nace con la misma filosofía que el Colegio de Verano, que abrió sus puertas por primera vez hace ya 23 años. Se trata de dar continuidad a un ideal educativo puro en el que la atención personalizada del alumno y el apoyo escolar basado en la disciplina son factores clave.

Las vacaciones de Semana Santa son un periodo de vital importancia para el estudio fuera del aula. Tras el periodo vacacional, los estudiantes afrontan la recta final del curso. Por ello, se trata de un momento clave para preparar exámenes, reforzar  asignaturas, y adquirir hábitos de trabajo y organización que les sirvan de aquí a junio, pero también para el resto de su trayectoria académica. 

En este sentido, se antoja necesario destacar la importancia que tiene que nuestros hijos /alumnos sepan aprovechar el tiempo. Los meses de abril y mayo son meses de una calma tensa para el colectivo estudiantil. Saben que, poco a poco, se acercan a los temidos exámenes finales, sin embargo, éstos todavía parecen lejanos en la distancia. Se trata de un error común que, por norma general, tiene consecuencias negativas en los resultados a final de curso. Por ello, es momento de administrar bien el tiempo y estar alerta ante una calma que, rápidamente, se convierte en tempestad.

Así, es  el momento de trazar un plan de trabajo y empezar a estudiar. Organizar el tiempo de estudio de forma independiente y decidir una metodología ajustada a las necesidades de uno mismo son pasos clave hacia el éxito académico.
 
En este sentido, mi reflexión se centra en que no sólo debemos hacer hincapié en que nuestros hijos estudien, sino también debemos preocuparnos por el cómo estudian. Por eso, la metodología de trabajo de nuestros profesionales se centra en una tutela cercana y una constante supervisión de la evolución de los alumnos, así como un contacto estrecho con los padres y/o tutores para coordinar esfuerzos y así alcanzar los resultados esperados.

Con esta filosofía y bajo un ambiente serio y disciplinado, el Colegio de Semana Santa de Piquer abre sus puertas los próximos 14, 15, 16, 21 y 22 de abril. Una oportunidad para asegurar resultados a final de curso pero, sobre todo, para mejorarlos.

lunes, 7 de abril de 2014

Castigar conductas negativas para entender los valores positivos







Cuando tenemos que educar a nuestros hijos surgen dudas sobre qué es lo mejor para ellos. En este sentido, siempre se ha empleado el castigo como “método” para marcar límites. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la palabra castigo es un término que genera controversia en el ámbito educacional.

La tendencia actual es ver el castigo como algo negativo y contraproducente. Sin embargo, la presencia de sanciones o penalizaciones es algo que está muy presente en el día a día de todos nosotros. Por ejemplo, cuando no hacemos caso a una señal de tráfico corremos el riesgo de recibir una sanción en forma de multa económica. La posibilidad de recibir este castigo, nos educa para seguir unas normas de comportamiento al volante.

Cuando educamos a nuestros pequeños ocurre lo mismo. Como padres y/o profesores, debemos marcarles la barrera entre lo que está bien y lo que está mal. Es así como, poco a poco, indicaremos la conducta que deben cumplir, así como las consecuencias que tiene el no seguir un comportamiento positivo.

Lo cierto es que la palabra castigo, como tantas otras en el ámbito de la enseñanza, ha sido demonizada en los últimos años como consecuencia de las nuevas corrientes educativas. Sin embargo, cuando su uso se lleva a cabo desde el respeto al individuo y en base a unos valores positivos de comportamiento, es una herramienta útil en el aprendizaje general.  

Desde Piquer siempre hemos defendido que la juventud debe ser consciente de los errores que comete para evitar que sigan un camino equivocado. En este sentido, hemos apostado siempre por el poder de la penalización mediante el uso de negociaciones férreas y consensuadas que permitan conseguir los siguientes objetivos: que los chavales entiendan qué han hecho mal, por qué lo han hecho mal y cómo corregirlo de cara al futuro más inmediato.  

Un aspecto muy importante y que he podido comprobar a lo largo de mi trayectoria es que no existen dos niños iguales, y con esto quiero subrayar que las penalizaciones pueden funcionar mejor o peor con unos, o, directamente, no funcionar con otros.

Y no lo olvidemos, antes de penalizar o no a nuestros hijos o alumnos, debemos preocuparnos en evitar llegar a ese punto.

Quiero despedirme recordando que resulta mucho más eficaz fortalecer las conductas positivas que erradicar las negativas. Felicitar y celebrar los aciertos presentes evita los errores futuros.