A pesar de que el periodo
vacacional de nuestros jóvenes aún no ha
terminado, ha llegado el momento de empezar a preparar lo que, a buen seguro,
va a ser el tramo más difícil del curso académico. Después de las vacaciones de
Pascua, el calendario escolar alcanza un ritmo frenético y, antes de darnos
cuenta, nos encontramos en la semana previa a los exámenes finales de junio. Se
trata de un mes y medio crucial, en el que los alumnos deben ser conscientes de
todo lo que está en juego. Es el momento
de dar el último paso, de hacer un último esfuerzo.
Ante esta situación, la pregunta crucial
para nuestros hijos, alumnos, incluso para nosotros mismos es: ¿Cómo afrontar
el final de curso? A decir verdad, no hay una poción mágica que asegure el
éxito escolar. Sin embargo, sí que podemos señalar algunos aspectos que pueden
ayudar a los estudiantes a encarar el final de curso con seguridad y garantías.
En este sentido, es importante que, como padres y tutores, focalicemos su
atención en la importancia del día a día, al mismo tiempo que les transmitimos
confianza y positivismo. La premisa es clara: “Querer es poder”
Como educador, quiero compartir
algunas metodologías que la experiencia me dice que son muy positivas.
Si nuestro hijo viene arrastrando
resultados poco satisfactorios es necesario que exista una comunicación clara
entre ambas partes para conocer cuáles son los puntos clave a solucionar. De
esta forma, trataremos de consensuar las medidas a tomar en las próximas
fechas. Debemos actuar como apoyo y respaldar de forma inamovible aquellas
medidas que consideremos fundamentales para controlar su desarrollo académico
en todas y cada una de las asignaturas.
Sin duda, uno de los aspectos más
importantes que el alumnado debe tener en cuenta a la hora de afrontar los
últimos meses de clase es el conocimiento de sus limitaciones. El estudiante
debe ser consciente de lo qué no puede pretender pero, sobre todo, de lo que puede
alcanzar con una buena planificación. En este sentido, para conseguir un buen
rendimiento, los especialistas recomiendan estructurar los tiempos de estudio en
periodos máximos de 45 minutos, acompañados de un breve descanso antes de continuar
con el aprendizaje. Aunque suene muy teórico, preparar un calendario de trabajo
en el que se organice la materia a estudiar en función del tiempo disponible será
esencial para evitar sustos de última hora y poder abordar todo el temario
antes de realizar el examen.
Además, a estas alturas los
alumnos juegan con un punto a favor: conocen la metodología de cada profesor.
Por lo tanto, saben de su exigencia, así como del tipo de exámenes de cada uno.
El conocimiento de estos y otros aspectos son muy importantes pues sirven de
ayuda a los chicos y chicas para profundizar en diferentes aspectos de las
materias que les pueden llevar, además de a comprender mejor su contenido, a
conseguir el resultado académico esperado.
Estamos a tiempo. Dos meses es
tiempo suficiente para coger las riendas y encaminar los resultados de nuestros
hijos o alumnos en la buena dirección. Los valientes se atreven a superar
obstáculos, a creer en sí mismos, a mirar más allá del problema y a ver el
objetivo trazado.
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