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miércoles, 22 de enero de 2014

El deporte, una herramienta de valor en la educación



Deporte y valores, dos palabras que deben ir unidas de la mano cuando se trata de competir por un objetivo común. Amistad, compañerismo, respeto, esfuerzo, persistencia…son muchos los valores personales que se le atribuyen al deporte y que, perfectamente, son extrapolables al ámbito profesional de las personas. Es por ello que la presencia del deporte en la sociedad actual se antoja fundamental, ya no sólo por el carácter saludable del mismo, sino por el poder ejemplarizante que este ejerce sobre los más jóvenes.

En el ámbito educacional el deporte es una herramienta fundamental con un extraordinario poder docente. Y es que reúne todos los requisitos necesarios para afianzar conceptos teóricos, sociales y humanos en el desarrollo de los estudiantes de un modo divertido ¿Qué más se puede pedir?

La sociedad de la información y el enorme poder mediático que tiene el deporte a nivel mundial es una de las razones por las que los valores en este campo deben estar presentes de un modo obligado. El deporte, como digo, es una potente herramienta de educación que repercute hasta puntos inimaginables en la actitud de los más jóvenes. Por este motivo, el cuidado de los valores de los diferentes organismos deportivos profesionales ha de ser máximo.

Pero volviendo al tema, me hago una pregunta ¿Puede el deporte determinar la educación de una persona? Es una pregunta que os hago también a vosotr@s. Sinceramente, creo que sí. Influye de manera directa en el desarrollo de los individuos. ¿En qué medida? Particularmente, creo que la formación que se obtiene a través del deporte es, como he mencionado anteriormente, extrapolable a todo. Y, en este sentido, cuando la formación de los individuos se sustenta en valores humanos positivos como los que integran el deporte, el resultado en el presente, pero sobre todo en el futuro, no puede ser malo. Todo lo contrario.


Estos y otros aspectos en los que se dilucida el papel que juega el deporte en la educación humana, serán tratados en la V edición de la JORNADA PROPUESTAS A LOS RETOS DE LA ESCUELA DE HOY: EDUCACIÓN  Y DEPORTE. Un evento de carácter socioeducativo que se celebrará el próximo jueves 23 de enero en el Patio de la Infanta de Ibercaja (Zaragoza)  y  al que asistirán personalidades importantes del deporte en Aragón como la medallista paralímpica Teresa Perales y la atleta Isabel Macías.
Os invito a una jornada de lo más intensa en lo educativo y, como no, en lo deportivo. 

lunes, 13 de enero de 2014

La economía en la escuela

Cuando en una conferencia hablaba de la necesaria introducción en la escuela de valores como el emprendimiento y la gestión de la economía, alguien me decía, en evidente demostración de que no se había enterado de lo que estaba exponiendo, que lo que pretendía era educar a futuros empresarios y economistas. Pues no señores,  hablo de algo mucho más sencillo e importante a la vez: me refiero a que la educación se acerque a la realidad, a lo cotidiano. Reflexiono sobre la necesidad de educar en valores, como la responsabilidad, el esfuerzo, la implicación, la solidaridad…

 
Desde nuestra Fundación venimos apostando desde hace tiempo, y hemos elaborado las herramientas correspondientes,  por la formación económica de los estudiantes de todos los niveles. El programa de innovación educativa  Escuela Activa incluye escuela financiera.

 
Y estos valores adquieren mayor importancia cuando estamos atravesando una de las mayores crisis económicas de los últimos decenios, acompañada de casos insoportables de corrupción que azotan la esencia misma de los mismos; cuando estamos asistiendo a un exacerbado menoscabo del principio de solidaridad de todo estado de derecho: escándalos de despilfarro y apropiación indebida de estamentos, instituciones, asociaciones y organizaciones sociales. ¿No será necesario que eduquemos para que esto se convierta de una vez en excepción más que en norma de comportamiento, en noticia diaria en todos los medios de comunicación? 

Pero  estas propuestas de educación financiera (o como queramos llamarla) pierden todo su sentido si detrás de ellas no hay un esfuerzo por parte de toda la comunidad educativa (padres, profesores, instituciones, sociedad civil en general). Porque a todos atañe el éxito de todas estas iniciativas. Así pues está en nuestras manos que nuestros hijos, nuestros alumnos,  asimilen de un modo correcto y eficaz términos y comportamientos que les lleven a la tranquilidad económica que, a lo mejor, muchos de nosotros no podemos asegurarles hoy por causas propias o ajenas.

        Lo que proponemos y en lo que estamos trabajando es en que nuestros estudiantes conozcan conceptos elementales de lo que es la economía, empezando por la doméstica, ¿o acaso no deben saber nuestros hijos qué son gastos e ingresos, qué es una hipoteca, qué recibos pagamos cada mes y qué es lo que se puede comprar y no en función de nuestra capacidad de gasto?, ¿o no deben saber nuestros alumnos de qué recursos disponemos, en qué los gastamos y cuál es su responsabilidad en el correcto uso de los recursos? ¿o debemos mantenerlos en una urna de cristal ajenos a todo lo real, esperando que sean mayores y se enteren de los mecanismos que rigen la  sociedad en que viven?

¿Por qué no hacemos una apuesta por educar en la verdad, en la realidad y contaremos con personas más responsables?, porque no se trata de otra cosa que de poner en marcha proyectos que cimienten las bases de un futuro más seguro para nuestros jóvenes. Ni más ni menos.

La necesidad de educar en estas cuestiones es una necesidad social, porque el contexto económico internacional, unido a otros factores como el desconocimiento generalizado de gran parte de la terminología financiera, causante, en gran medida, de la dramática situación que viven hoy en día muchas familias, obliga a poner en marcha proyectos que, desde un prisma educativo, cimenten las bases de un futuro más seguro para nuestros jóvenes. 

Si bien es cierto que ya existen medidas que tienen como objetivo fundamental el desarrollo del pensamiento crítico de los más jóvenes en torno a los conceptos financieros del día a día, es necesario seguir profundizando en este tipo de iniciativas. No se trata únicamente de que los chicos/as sepan qué es el ahorro, la diferencia entre el débito y el crédito, o a qué productos se les aplica un determinado tipo de IVA. Debemos ser consecuentes y adoptar objetivos educativos rigurosos que apuesten por la formación en valores.  ¿Queremos que nuestros hijos sepan al dedillo la definición de ahorro, o que sean buenos ahorradores en el futuro?  Por ahí me muevo.

Por ello se antoja crucial la inserción de este tipo de programas en la vida académica del alumno desde edades tempranas. Y no, insisto, no se trata de crear nuevas asignaturas que sean susceptibles de cambio con la llegada de nuevas legislaturas.  Se trata de que el  buen uso de la economía acompañe a los estudiantes a lo largo de toda su formación. De este modo, conseguiremos que el fin último de la educación (formar y enseñar)  acabe dando solución al gran problema de generaciones pasadas: el desconocimiento y la inocencia económica. 

Y si hay algo a lo que la crisis no puede hacer frente es a la capacidad de reacción del ser humano. La sociedad está tomando conciencia para  evitar que los riesgos económicos que, a día de hoy, siguen siendo noticia de actualidad, tengan presencia en el futuro. Así, la formación y la educación económica aparecen como el trayecto más seguro de cara a un mañana más estable. Y es que cuando de forma práctica,  a través de situaciones de la vida cotidiana, podemos hacer entender a nuestros alumnos que la economía y sus factores no son conceptos abstractos sino que se dan en su día a día y en el de sus familias, no estamos sino enseñando, por una parte, y educando, por otra. O lo que es lo mismo: estamos caminando hacia el futuro. 
                
         Vuelvo a insistir una vez más: el no pacto en educación ha sido, es y será, si nada lo impide, la gran asignatura pendiente de la democracia española. Las consecuencias de la falta de consenso entre los distintos colores que configuran el mapa político español ha generado el retraso educativo que arrastramos, y de lo que aquí hablo es una de sus consecuencias, entre otras muchas.

No es mi objetivo hacer una crítica vacía sobre el tratamiento de la enseñanza a nivel gubernamental, por ello quiero focalizar mi atención en lo que verdaderamente importa en esta materia: el alumnado.

         Es evidente que  resulta fundamental avanzar en la formación de los más jóvenes con propuestas que apuesten por la innovación, los valores y el pragmatismo. Por este motivo, toda iniciativa encaminada a conseguir que nuestros alumnos adquieran los más elementales  conocimientos de eso que denominamos economía de andar por casa  ayudará a forjar un futuro económico productivo, responsable e independiente, que es tan importante como necesario.

No se trata sólo de afianzar contenidos teóricos: el desarrollo de actividades de carácter financiero debe llevar por bandera la consigna del desarrollo de habilidades cognitivas, así como el afianzamiento en la práctica de los valores educativos que, a buen seguro, estarán muy presentes en el futuro profesional de los chicos/as.
               
         Indudablemente, la solución por la que se apuesta desde las instituciones es la correcta. Toda respuesta a un problema enfocada desde un punto de vista pedagógico y útil supone una buena noticia y un paso adelante en la formación de nuestros alumnos. Así, bienvenida sea la Escuela Financiera a las aulas ¿Más vale tarde que nunca? En este caso, no queda otra que decir que sí.

                Reflexionemos.