Twitter

jueves, 14 de enero de 2016

El deporte como forma educativa





Por todos es conocida la frase que nació en el seno de la civilización de la Grecia Clásica: “Mens sana in corpore sano”, y la verdad es que no podría estar más de acuerdo. Por aquel entonces no existía otra civilización que profesara tanta devoción a la práctica del deporte, siendo interiorizada de tal manera que impregnó su cultura, su arte, su política y su vida diaria en general. El caso es que podríamos aprender mucho de los antiguos helenos en este aspecto y tomar el deporte como eje de nuestra actividad en el día a día, y sobre todo, utilizarla como una herramienta educativa de primer orden. No sólo se trata de salud, es una manera de formar en valores y de inculcar una serie de conocimientos y habilidades indispensables para el desarrollo de cualquier persona.

En primer lugar, el deporte es un medio inmejorable de interacción social y un componente clave para el desarrollo cognitivo general. Los niveles de integración que se alcanza con la práctica de cualquier deporte no es comparable con ninguna otra actividad, y por lo tanto, es la mejor vía para la construcción del niño como ser social. En el juego no existen diferenciación de razas o credos, se inculca el respeto por las diferencias entre las personas.

La formación en valores, algo cada vez más importante en la educación de los más jóvenes, es inherente al deporte. Virtudes como la superación, la lealtad, el respeto, el trabajo en equipo, la responsabilidad o el compañerismo, son sólo algunos de los valores que se potencian. También es importante el desarrollo de un sentido de pertenencia, un sentimiento que sólo pueden experimentar los que han formado parte de un equipo y han trabajado juntos. Una lección de convivencia que enseña que la fuerza está en la unión y la colaboración con otros.

Por otra parte, está demostrado que los niños que practican un deporte o realizan cualquier tipo de ejercicio físico tienen una autoestima más alta y carecen de problemas derivados de la depresión o la ansiedad. Además, la actividad física es una terapia no farmacológica para reducir el estrés, un síntoma cada más frecuente en chavales de corta edad. Resta decir que también contribuye al bienestar psicológico y físico, evitando la probabilidad de sufrir alteraciones en el estado de salud.

La disciplina, necesaria para la educación de cualquier niño, es uno de los valores que más se inculca con el deporte. Por regla general, los deportistas son más organizados, con una mente más estructurada y con una capacidad mayor para asumir los problemas.

Y si hablamos sobre los beneficios para el aprendizaje hay que señalar que el cerebro aprende más cuando está en movimiento. Al realizar ejercicio físico se estimula la memoria y la constancia hace que se identifiquen más rápido los estímulos visuales. Los niños pasivos no tienen la misma capacidad de concentración que uno que practica un deporte.

Desde aquí os animamos a que alentéis a los más pequeños a realizar la actividad deportiva que más le guste. Si puede ser un deporte de equipo, mejor que mejor. Como podéis ver, son todo ventajas.

jueves, 7 de enero de 2016

Filosofía para los más pequeños



La filosofía es una de las ciencias que más nos acerca a nuestra condición humana. Propone un pensamiento profundo sobre valores como el amor, la amistad o la libertad, para forjar una personalidad capaz de seguir un camino apropiado. Aunque a priori puede parecer que este tipo de enseñanza no tienen ningún tipo de finalidad práctica y que materias como las matemáticas o los idiomas pueden llegar ser más importantes en un futuro, no somos conscientes de qué es lo que significa asentar unas buenas bases filosóficas en la educación de los más pequeños, porque ¿quién ha dicho que la filosofía está reservada a cursos escolares más avanzados? Cualquier edad es buena para educar en valores y es más, se debe hacer. A continuación vamos a proponer algunas actividades para que podáis trabajar con los niños en el aula que vienen directamente de la mente de la maestra especializada en innovación educativa y emprendimiento, Rocío López Valdepeñas.

La primera actividad propuesta es perfecta para trabajar con cualquier concepto filosófico y resultará muy entretenida para toda la clase Dependiendo del nivel de los estudiantes, elegiremos un  tema u otro, pero para empezar podríamos plantear el amor, la amistad, o la felicidad, como tema principal. En primer lugar crearemos grupos y les pediremos que realicen un mural con imágenes relacionados con el tema que hayamos propuesto, si planteamos el amor, por ejemplo, las fotografías que reúnan deberán ser momentos que reflejen el concepto de amor para ellos; pueden ser instantáneas recogidas en la web o particulares. Una vez terminados los murales, podemos hacer uso de las nuevas tecnologías como valor educativo añadido y hacer que las suban a una red como Pinterest para la puesta en común. Una vez hecho esto les daremos tiempo para que puedan compararlas con sus compañeros, compartan impresiones y traten de encontrar similitudes y diferencias. Después les pediremos que nos expliquen por grupos cuáles han sido los motivos que les ha llevado a reunir esas imágenes. Una vez extraídas las conclusiones, iremos orientando la clase con preguntas y les haremos reflexionar sobre ellas; si por ejemplo uno de ellos trae una fotografía de su viaje a Disneyland, le preguntaremos por el motivo de su felicidad y por qué ese momento le evoca un sentimiento de amor. También podemos preguntar si existen diferentes niveles de amor, o por qué hay momentos más alegres que otros, todo dependiendo del tema y de cómo queramos orientarlo.

La siguiente actividad también es para trabajarla en grupo y se pueda debatir entre todos, de esta manera, además de trabajar el tema filosófico en cuestión, impulsaremos el compañerismo, el respeto y el trabajo en equipo. Podemos utilizar la pizarra, una cartulina o cualquier superficie amplia en la que podamos escribir y anotaremos el concepto filosófico sobre el que queramos trabajar en el centro. Podemos empezar con temas que tengan conexiones significativas con nuestros alumnos y que hayan podido experimentar en primera persona; pueden ser, por ejemplo, la felicidad, la amistad, las emociones, la libertad. Dependiendo del nivel o de la edad de nuestros alumnos podremos exigir un mayor grado de reflexión. Una vez elegido el tema colocaremos cuatro conceptos  a su alrededor que sean muy cercanos a los estudiantes, como por ejemplo el cine, la música, la tecnología o las personas, y les pediremos piensen en las personas, películas o música que relacionarían con ese concepto para explicar el motivo.

Estas actividades tan sencillas suponen el primer paso a un mundo apasionante y divertido que no sólo les brindará la oportunidad de aprender, también les tenderá un puente hacia unos valores educativos que configurarán la persona en la que se convertirá el día de mañana.