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lunes, 31 de marzo de 2014

Educando personas



En el post anterior hacía referencia a los valores del emprendimiento y, a raíz de ello, hoy me gustaría reflexionar sobre la importancia de la educación en valores. Un aspecto que considero tan básico y esencial como el aprendizaje de conocimientos en matemáticas, lengua o sociales. Y es que todos tenemos claro que, a lo largo de su vida, los niños deben interiorizar muchos conocimientos de diversas materias, pero no debemos olvidar que también deben aprender a ser personas. 

Para conseguir una sociedad de buenas personas, como padres y educadores, tenemos la misión de guiar a los pequeños para que interioricen esos valores que consideremos esenciales, y que serán la guía en su comportamiento. No es suficiente una clase magistral sobre educación en valores. Para conseguir un buen aprendizaje es necesaria la vivencia afectiva de los mismos. 

En este sentido, la labor de  familias, centros escolares y otros colectivos es fundamental ya que, los valores que se impartan desde ellas serán los que desarrollen e interioricen durante su crecimiento. Y aquí aprovecho para hacer alusión a una frase de Albert Einstein que dice: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única”. 

Y no olvidemos que la sociedad, la calle, los medios, Internet o los libros también educan. Cada uno a su manera, y con esto no quiero decir que todo lo que enseñen esté bien, pero, precisamente por eso, es muy importante que desde pequeños sean críticos, juzguen y ejerzan su propio control sobre lo que de verdad les pueda aportar valor. 

La forma de pensar y actuar a lo largo de su vida irá estrechamente ligada al aprendizaje en su infancia. Si en la niñez no se han inculcado competencias personales como comunicación, convivencia, igualdad, creatividad, sinceridad y esfuerzo, entre otros, es muy difícil que después afloren de forma espontánea.
Y dicho esto, os animo a deteneros a pensar qué valores queréis transmitir a vuestros hijos o alumnos. Analizar los que han aprendido hasta el momento, y empezar a trabajar desde hoy. Tenemos muchas cosas que cambiar y nunca es tarde para devolver la importancia que tiene a la educación en valores.

jueves, 13 de marzo de 2014

Aprender a emprender







Hoy en día, el emprendimiento es un tema muy común en  las conversaciones diarias. Todos tenemos algún conocido o hemos escuchado hablar de alguien que ha puesto en marcha su idea de negocio. Pero lo cierto es que hasta hace unos años era algo impensable para la mayoría. Y es que en España no tenemos arraigada la cultura de emprendimiento que poseen otros países europeos. Sin embargo, la situación económica actual que atraviesa nuestro país nos ha obligado a reinventarnos, poner en marcha la imaginación y armarnos de valor para intentar salir adelante. 

Desde pequeños hemos sido educados para estudiar y, una vez finalizada nuestra formación, buscar un empleo por cuenta ajena donde poder desarrollarnos personal y profesionalmente. Unos objetivos que se han visto truncados para muchos españoles, pero que no significa que hayan fracasado en su carrera. Es otra oportunidad en su trayectoria laboral. Algo desconocido que en un primer momento podía parecer inalcanzable.

Es inevitable que cuando nos enfrentamos a una situación desconocida aparezcan los miedos, las dudas y la incertidumbre. Unos sentimientos que pueden hacer que un alto porcentaje de las ideas de negocio se queden en eso, en ideas. En este sentido, con la formación necesaria y con una cultura emprendedora inculcada desde muy pequeños, parte de esos sentimientos podrían superarse fácilmente y nos veríamos capacitados para sacar adelante nuevos proyectos. 


Emprendedores españoles exitosos: http://www.youtube.com/watch?v=4Gu0E6tYoV4
 


Ahora es más fácil encontrar cursos, talleres o seminarios sobre esta temática, consejos en Internet, plataformas de intercambio de experiencias, puntos de atención o, incluso, programas de televisión… todo ello, enfocado a jóvenes y mayores. Sin embargo, como profesional de la educación, echo en falta  itinerarios basados en la transmisión de valores a los más pequeños. Sí, hablo de niños y niñas en edad escolar,  esos pequeños que constantemente inventan soluciones para resolver los problemas, y que usan su creatividad e imaginación para conquistar el mundo. Si les enseñamos, ellos también pueden jugar a emprender y, en un futuro, hacer de su pasión su trabajo.


Tres ideas que les hicieron millonarios: http://www.youtube.com/watch?v=e1C4bkxhXZo



Necesitamos más emprendedores. Ese espíritu es la solución para volver a crear esos puestos de trabajo perdidos durante la crisis. No olvidemos que los pequeños empresarios y los emprendedores son el motor fundamental de España. Debemos reformular nuestro sistema de valores y de prioridades desde las bases, transmitiendo esa cultura a los más pequeños y aportándoles las nociones básicas sobre autoempleo y gestión de un negocio. Y ,además de fomentar la cultura, la debemos reforzar con el apoyo de nuestros referentes paternos, profesores y nuestro círculo más cercano. Y no voy a negar que además de cultura y valores, también necesitamos facilidades para emprendedores, pero hoy quería centrarme en la necesidad de aprender a emprender desde pequeños. 

Aprendamos. Emprendamos. 

jueves, 6 de marzo de 2014

Innovación y educación activa, la docencia por y para el alumno



Hoy vuelvo al blog para hablar de algo que, verdaderamente, me preocupa: la educación del presente y  su futuro. Pienso que el rumbo que están tomando las políticas educativas actuales nos conduce a un callejón sin salida en el que los jóvenes van a ir agolpándose sin remedio ni futuro.  Por momentos, el desánimo es tal que parece imposible recuperar los antiguos valores de la educación, los de siempre, los que nunca debieron perderse. Sin embargo, el hacer que estos valores vuelvan a estar presentes en el día a día de nuestros jóvenes, es una obligación social innegociable que depende de todos y cada uno de nosotro.

No me confundan. A pesar de lo apasionado de mi discurso, bajo él no se esconde ningún color político. Soy un lobo solitario en mi cruzada particular por el desarrollo de programas educativos que, de forma activa y real, actúen en la educación de los más jóvenes. Abogo por que los valores (del mismo modo que la savia en los árboles)  actúen como sustrato vital educativo, y que, desde la retaguardia, aporten ese plus tan necesario como diferencial en los programas docentes de hoy en día.

Disciplina, rigor, responsabilidad o esfuerzo han de ser los cromosomas identificativos del nuevo genoma educacional. Pero, por encima de todo hay un valor que debe implementarse de forma ininterrumpida y en el que deben estar implicados todos los agentes que intervienen en la educación actual. Sí, estoy hablando de la innovación. 

Las políticas educativas actuales deben dejar de ser la pelota de un interminable partido de tenis jugado por tenistas mediocres. Me explico, debemos dejar de mover la educación de nuestros hijos a bandazos y empezar a dirigirla con “golpes” certeros que actúen de modo inequívoco sobre los pilares motivacionales de la juventud, propiciando así su participación activa y su implicación en un elemento fundamental de cara a su futuro.

Así, pues actuemos. Actuemos profesores, padres, AMPAS y, sobre todo, instituciones públicas. Erijámonos adalides de la educación del futuro y otorguémosle el protagonismo a quienes, de veras, lo necesitan: nuestros alumnos.