Existe una fuerte
tendencia en Psicología a abandonar el concepto de Inteligencia, debido a lo corto de su recorrido y por haber agotado
todo su potencial sin haber realizado grandes aportaciones al avance
psicológico y haber llevado a la Psicología Cognitiva a un callejón sin salida,
a pesar de notables intentos como el de “Inteligencia Emocional” o
“Inteligencia Creativa”.
Y el concepto que
empieza a suplantarle con fuerza y éxito es el de Talento, entendido como la capacidad para establecer objetivos
idóneos y como rendimiento en la consecución de dichos objetivos.
Podemos
descomponer el Talento en tres partes:
·
Competencia:
capacidades y habilidades, devenidas en comportamientos, que generan un
desempeño exitoso en el establecimiento de objetivos y en su consecución.
· Motivación:
estado emocional que genera energía interna para el establecimiento de
objetivos adecuados y su consecución, conseguido a través del logro de
resultados, la pertenencia a grupos y la administración del poder (McClelland).
Los tres
componentes de la ecuación del Talento tienen una doble vertiente:
·
Genética como capacidad máxima alcanzable
y
·
Cultural como desarrollo y potenciación
de la capacidad genética.
Hay que hablar de
dos tipos de Talentos, en función del número de sujetos:
·
Individual, referido a un solo individuo.
·
Colectivo, referido a una organización,
grupo o sociedad.
Finalmente,
comentar que la forma de medir el Talento no es a través de test ni
herramientas similares, sino a través de:
1. La
observación de la conducta, entendiendo como conducta aquello que una
persona hace (hechos) y dice (lenguaje verbal y no verbal), NO aquello que una
persona desea hacer o decir o que piensa que debería hacer o decir.
2. Los
resultados obtenidos.
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