Me gustaría recordar con vosotros un artículo que escribí el año pasado pero que creo que está de completamente vigente. Hoy lo recordaba en el Colegio de Verano Piquer, donde muchos chicos y chicas necesitan, ya no sólo ayuda académica, sino también una orientación para aprender a controlar sus emociones que les ayude a afrontar mejor los problemas del día a día.
De la escuela emocional
Pero ¿qué es eso de la Educación Emocional y para qué sirve, vamos a introducir otra nueva asignatura, no quedamos en que debemos trasmitir conocimientos…? Estas y otras son preguntas que se me han planteado en varias ocasiones por parte de padres y alumnos: intentaré clarificar, porque estamos hablando de algo que es consustancial a la educación de nuestros hijos e imprescindible para la dimensión personal y social del individuo.
“En la actualidad dejamos
librada al azar la educación emocional de nuestros hijos, con resultados cada
vez más desastrosos. Una solución consiste en tener una nueva visión de lo que
las escuelas puedan hacer para educar al alumno como un todo, reuniendo mente y
corazón en el aula”. Con esta cita del psicólogo Daniel Goleman (1995) clausuré
el pasado 23 de febrero la
III Jornada “propuestas a los retos de la escuela de hoy:
EducaciónEmocional” en la que pudimos escuchar una magistral conferencia del
profesor Rafael Bisquerra sobre le educación emocional en la escuela del
futuro.
Hay aspectos de las
relaciones humanas que ni se adquieren espontáneamente ni son innatas,
requieren trabajarlas, ser objeto de “educarse”. Que esto no sea así tiene
consecuencias posteriores, cuando el alumno sale de las aulas y se enfrenta a
la sociedad real en todos sus campos, incluido el laboral. Porque reconozcamos
que son muchos los jóvenes a los que les cuesta no sólo relacionarse con los
demás, sino también exteriorizar sus propios sentimientos.
"La educación necesita tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y utopía"
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Partamos de que una educación
integral (y, si no lo es, podremos hablar de enseñanza o enseñanzas, no de
educación) debe poner en relación el desarrollo cognitivo y el emocional, la
mente y el sentimiento: ambos son esenciales para el desarrollo de la
personalidad. Por ello, deben desarrollarse conocimientos y habilidades sobre
las emociones que capaciten al individuo para afrontar mejor los problemas que
se le plantean en el día a día. Porque este tipo de educación debe perseguir
aumentar el bienestar personal y social y es un proceso educativo continuo y
permanente, no solo a lo largo del periodo de escolarización, sino a lo largo
de toda la vida. Debemos conseguir personas emocionalmente inteligentes. ¿O no
estamos padeciendo verdaderos problemas de integración/adaptación, de
comunicación interpersonal, de habilidades sociales?
Y no se trata de otra cosa
que de conocer nuestras propias emociones y controlarlas; identificar las de
los demás, asimilarlas y respetarlas: lo que nos posibilita nuestra relación
con los otros. Se trata de que eduquemos para la vida (tiene que ver mucho con
los valores) y ello implica fomentar actitudes positivas ante las situaciones
cotidianas, desarrollar habilidades sociales (empatía) y estrategias para
generar emociones positivas: la automotivación, la resistencia a la frustración
, el desarrollo del sentido del humor, la disminución de la ansiedad, del
estrés, de los desórdenes fisiológicos ( anorexia, bulimia, exceso de peso…)
La educación emocional abarca
pues competencias básicas, tanto en el ámbito intrapersonal (YO) como en el
interpersonal (LOS OTROS). En el primero: el esfuerzo mediante el rendimiento,
la autodisciplina, el cumplimiento de obligaciones, la iniciativa, la adaptabilidad…
En el segundo: la sociabilidad, la imaginación, la creatividad, la conciencia
organizacional, la comunicación, la resolución de conflictos, el trabajo en
equipo, el liderazgo, la colaboración.
No se trata, respondiendo a
aquella pregunta, de una asignatura más, se trata de la ASIGNATURA
(¿pendiente?) que da sentido completo al hecho educativo. Transmitimos
conocimientos (enseñamos), pero esa transmisión se realiza en un contexto
(escolar, familiar, social) con un fin (preparar para la vida); y para conseguir
ese objetivo debemos posibilitar todas aquellas estrategias que ayuden al
alumno (o hijo, o ciudadano) a desarrollar sus emociones, sus sentimientos, sus
posibilidades en un escenario que fomente el desarrollo de esas habilidades en
relación con los demás. Porque aquí es donde el concepto educación adquiere su
valor integral.
No en vano hablaba Ortega de
la dimensión social del individuo y del lenguaje (comunicación) como principal
vehículo de socialización.
Nada más y nada menos.
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