Cuando leí la noticia de que
Finlandia había decidido apostar por la enseñanza mecanográfica en detrimento
de la caligrafía, sinceramente, me sorprendió pero inmediatamente me llevó a la
reflexión y me planteé distintas cuestiones. No quise ni quiero juzgar, no me
pareció un error ni tampoco un acierto, simplemente debo reconocer que me hace pensar.
Me hace pensar porque no olvidemos que se trata de un país que goza del mejor sistema
educativo público del mundo, según el informe PISA, un país que en numerosas
ocasiones se ha dicho que tenemos mucho que aprender, por eso me planteo
distintas cuestiones.
Recordemos que son varios los
aspectos que hacen que Finlandia se posicione a la cabeza en el ranking
educativo. Como profesión, la de profesor
es una de las de mayor prestigio, se
necesita un 9/10 de nota para poder acceder a Magisterio, y sólo un 10% de los
aspirantes consigue entrar en la carrera. En lo que se refiere al método educativo, allí los niños empiezan
el colegio con 7 años (edad a la que consideran que tienen suficiente madurez
intelectual), el número de alumnos por clase es reducido y comparten casi todas
las horas lectivas con el miso profesor, se trabaja en grupo, se busca la
participación y el feedback, las horas lectivas son de 4-5 al día.
Cabe destacar también que los centros educativos gozan de autonomía
suficiente para organizar su propio programa de estudios, la planificación
educativa es consensuada entre profesores y alumnos, y el trabajo es integrado
entre los diferentes niveles. En lo que
se refiere a la cultura educativa, apuestan
por la disciplina y el esfuerzo, el 80% de las familias van a la biblioteca el
fin de semana, los padres se responsabilizan de la educación de sus hijos. Y en
cuanto a la política educativa, cabe
destacar que la enseñanza obligatoria es gratuita en todos los aspectos, desde
el material escolar hasta el transporte; existe estabilidad en el sistema
educativo debido al alto consenso político, y el sistema social dota de
numerosas ayudas para la conciliación familiar y laboral.
Y dicho esto, solo trato de
buscar alguna explicación para saber por qué un país que es considerado
“ejemplo a seguir”, el país modelo en la educación mundial ha tomado esa
decisión, por qué en 2016-2017 Finlandia sustituirá caligrafía por mecanografía
en sus aulas. ¿Qué diferencias tiene la cultura y la sociedad de España y
Finlandia?, ¿desaparecerá el papel?, ¿seremos absorbidos por los aparatos electrónicos?,
¿nos convertiremos en robots?. Lo cierto es que es uso de las nuevas
tecnologías supera al de las tradicionales, el papel gana terreno a la pantalla,
los bolígrafos a las teclas, y cada vez es más habitual tomar notas en el
ordenador o en el móvil que con la libretita pequeña que llevamos o llevábamos
en el bolsillo. Hasta aquí creo que no hay ninguna duda, que todos estamos de
acuerdo. Pero tampoco podemos negar que una de las etapas en el desarrollo de
un niño es la de aprender a escribir, un proceso que precisamente facilita el
desarrollo cognitivo y motor de los niños. ¿Se conseguirá también con la
mecanografía?. En España, con 3, 4 ó 5 años los pequeños tienen su primera toma
de contacto con la escritura, en un primer momento aprenden a realizar trazos,
adquieren destreza con las manos, reconocen algunas letras o palabras y se
familiarizan con los lápices o pinturas.
No cabe ninguna duda de que las
nuevas generaciones vienen al mundo con un sexto sentido, algo que siempre nos
sorprende a los mayores, y es que nacen con la intuición suficiente para
familiarizarse con las nuevas tecnologías. Asombra ver como aprenden a escribir
con lápiz o bolígrafo en papel, al mismo tiempo que empiezan a hacer uso del
ordenador, el teléfono móvil o las tablets. Puede ocurrir que en muchas
ocasiones no sepan hacer un buen uso de la mecanografía, que la mayoría utilicen
los dedos índice y pulgar, pero si Finlandia considera que ese es el
“problema”, no creo que sea necesario tomar la medida drástica de “cortar por
lo sano”, de eliminar una para sustituirla por otra. Desde mi punto de vista lo
ideal es encontrar el equilibrio y compaginar ambas opciones, potenciar los
beneficios que aporta cada una de ellas.
Advierto que mi opinión puede no
ser la correcta, tal vez esté equivocado, puede ser que mi visión sea muy
española y esté a años luz de la finlandesa. También es cierto que nuestro
sistema educativo es muy diferente y que, por tanto, las necesidades de uno y
otro pueden no ser las mismas. Me cuesta
entender por qué el país modelo en la educación mundial pondrá en marcha esta
medida, pero creo tiene alguna explicación.