El tema de hoy nos lleva directamente a la perspectiva del
docente y quiero exponer, desde mi humilde experiencia en el ámbito de la
enseñanza, una serie de pautas que sirvan de ayuda para el día a día dentro de
las aulas y que os hagan disfrutar todavía más de lo que significa la
educación.
Algo básico en una profesión que se basa principalmente en
enseñar a los demás es evaluar la propia labor que desempeñamos. Está claro que
nadie nace aprendido y que sólo por el hecho de ser profesor no somos
poseedores de un método infalible y sin fisuras. La calidad de la enseñanza,
como prácticamente todo en la vida, está sujeta a un proceso empírico que se va
puliendo con los años y que necesita una constante revisión y adaptación. Es
importante parar y autocriticarse, aunque a veces no nos siente bien.
Y así como lo hacemos nosotros, el alumnado debería hacer lo
mismo en sus labores. Aprender a escuchar y desarrollar una conciencia de
autocrítica son pilares maestros en su desarrollo. Esto les va a ayudar a
generar su propio juicio, a crecer como personas y a crear sus propias ideas.
Nuestra misión radica en impulsar este tipo de
razonamientos independientes, que sean los alumnos los que se planteen
sus propios puntos de vista y saquen conclusiones de ello.
Lo que hemos dicho está muy bien, sabemos qué es lo mejor
para nuestra clase pero, ¿cómo lo ponemos en práctica? Muy sencillo, generando
duda y preguntando. Lo mejor que podemos hacer por nuestros alumnos es hacer
que piensen, que razonen, que abran su mente hacia nuevas perspectivas y que
tengan interés por ello. ¿Qué mejor manera que priorizar la asociación de
conceptos? La memoria es algo fundamental para conseguir una buena asimilación
de contenidos pero, sin duda alguna, resulta más efectivo conseguir la
compresión de la materia relacionando ideas.
Un buen consejo para lograr estas metas consiste en el
trabajo en equipo. El ser humanos es un ser social por naturaleza y con el
componente de interacción adecuado se pueden alcanzar cotas muy altas. A parte
de traspasar barreras como el aislamiento y la timidez de algunos miembros del
aula, fomentamos el compañerismo y el intercambio de ideas propio de un entorno
colaborativo óptimo. Hagamos de nuestra clase un espacio de aprendizaje global,
donde las ideas fluyan y nos hagan ver horizontes que vayan más allá de lo que
plantea cualquier libro de texto.
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