Por todos es conocida la frase que nació en el seno de la
civilización de la Grecia Clásica: “Mens sana in corpore sano”, y la verdad es
que no podría estar más de acuerdo. Por aquel entonces no existía otra
civilización que profesara tanta devoción a la práctica del deporte, siendo interiorizada
de tal manera que impregnó su cultura, su arte, su política y su vida diaria en
general. El caso es que podríamos aprender mucho de los antiguos helenos en
este aspecto y tomar el deporte como eje de nuestra actividad en el día a día,
y sobre todo, utilizarla como una herramienta educativa de primer orden. No
sólo se trata de salud, es una manera de formar en valores y de inculcar una
serie de conocimientos y habilidades indispensables para el desarrollo de
cualquier persona.
En primer lugar, el deporte es un medio inmejorable de
interacción social y un componente clave para el desarrollo cognitivo general.
Los niveles de integración que se alcanza con la práctica de cualquier deporte
no es comparable con ninguna otra actividad, y por lo tanto, es la mejor vía
para la construcción del niño como ser social. En el juego no existen
diferenciación de razas o credos, se inculca el respeto por las diferencias
entre las personas.
La formación en valores, algo cada vez más importante en la
educación de los más jóvenes, es inherente al deporte. Virtudes como la
superación, la lealtad, el respeto, el trabajo en equipo, la responsabilidad o
el compañerismo, son sólo algunos de los valores que se potencian. También es
importante el desarrollo de un sentido de pertenencia, un sentimiento que sólo
pueden experimentar los que han formado parte de un equipo y han trabajado
juntos. Una lección de convivencia que enseña que la fuerza está en la unión y
la colaboración con otros.
Por otra parte, está demostrado que los niños que practican
un deporte o realizan cualquier tipo de ejercicio físico tienen una autoestima
más alta y carecen de problemas derivados de la depresión o la ansiedad.
Además, la actividad física es una terapia no farmacológica para reducir el
estrés, un síntoma cada más frecuente en chavales de corta edad. Resta decir
que también contribuye al bienestar psicológico y físico, evitando la
probabilidad de sufrir alteraciones en el estado de salud.
La disciplina, necesaria para la educación de cualquier
niño, es uno de los valores que más se inculca con el deporte. Por regla
general, los deportistas son más organizados, con una mente más estructurada y
con una capacidad mayor para asumir los problemas.
Y si hablamos sobre los beneficios para el aprendizaje hay
que señalar que el cerebro aprende más cuando está en movimiento. Al realizar
ejercicio físico se estimula la memoria y la constancia hace que se
identifiquen más rápido los estímulos visuales. Los niños pasivos no tienen la
misma capacidad de concentración que uno que practica un deporte.
Desde aquí os animamos a que alentéis a los más
pequeños a realizar la actividad deportiva que más le guste. Si puede ser un
deporte de equipo, mejor que mejor. Como podéis ver, son todo ventajas.