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martes, 5 de noviembre de 2013

EL DESIERTO EDUCATIVO



El fin social de la educación debe ser un gen inherente a todos y cada uno de los centros de enseñanza, reglada o no. Ha llegado el momento de dar un golpe de atención sobre el rumbo educativo de nuestro país. Debemos hacer frente de forma coherente y práctica a las terribles cifras de fracaso escolar por medio de proyectos educativos que dejen de lado doctrinas alejadas de la realidad social española. Seamos realistas y afrontemos el problema de la educación con valor, pero sobre todo,  con criterio.
 
La educación española ha tomado un rumbo muy peligroso. Desde un punto de vista metafórico, la enseñanza de nuestro país ha emprendido un viaje hacia un desconocido desierto cargada con un tremendo macuto de herramientas inútiles y olvidándose los más que necesarios víveres de agua que le permitan, simplemente, sobrevivir. 

Y es que mientras que con cada cambio de legislatura se discuten y modifican aspectos que lo único que generan es un tremendo descontento social, al mismo tiempo, los organismos gubernamentales se olvidan un poco más del fin último, y a la vez primero, de la educación: el alumno.

¿Cómo afrontar esta travesía por el desierto? Pues bien, antes de emprender cualquier camino a ninguna parte es fundamental sentarse, dialogar y llegar a un punto de encuentro. Es por ello que el consenso se antoja más que fundamental para poner fin a un problema que no nos lleva a ningún lado y en el que, al final, el único perjudicado es el estudiante.

Volviendo al primer párrafo, es el momento de actuar con valor y con criterio. Ha llegado la hora de devolverle protagonismo a todos esos jóvenes que necesitan proyectos educativos que, basados en valores de futuro, les permitan acceder en un entorno profesional solvente.
¿Les dejaremos vagar por el desierto a su suerte? Por la educación, por los valores, actuemos.

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