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miércoles, 20 de agosto de 2014

“Deja los nervios a un lado y demuestra lo que sabes”




Agosto tiene ya los días contados, y estas alturas, los temidos exámenes de septiembre son la prueba crucial para los estudiantes; de ellos depende obtener o no una nota en concreto, aprobar o suspender una asignatura, pasar de curso, acceder a la universidad... Están pensados para medir hasta qué punto se ha estudiado y se domina una materia, por tanto, para superarlos con éxito hay que domi
nar todo el contenido. Algo muy similar sucede cuando nos presentamos, por ejemplo, a una competición de triatlón. En este caso, iniciaremos la preparación con un mes, dos, tres o el tiempo que consideremos necesario. Y nos entrenaremos para las tres modalidades porque si fallamos en una de ellas no podremos ganar o, por lo menos finalizar la prueba.

Debes preparar los exámenes con las mismas ganas, ilusión y motivación que se prepara una competición de este tipo. La preparación de aquellas materias que no superaste en junio o de las que quieres subir nota, la debiste iniciar ya al finalizar el curso. El trabajo debería haber sido regular durante el verano, para realizar el esprín final en estos últimos días de agosto y que el esfuerzo realizado culmine con éxito y buenos resultados.

Tan importante y decisiva es la preparación del examen como la propia prueba. Por eso, me gustaría acercarte algunos consejos que te pueden ayudar de cara a la convocatoria de septiembre o para el próximo curso. Cuando te enfrentas al momento de la verdad, al propio examen, es muy importante controlar los nervios y centrarse en lo que se está haciendo. Escucha con mucha atención las instrucciones del profesor, y lee detenidamente las indicaciones y preguntas del ejercicio. Antes de empezar a escribir, elige la pregunta que más fácil te resulte o la que más puntúe y, si tienes posibilidad, anota en una hoja en sucio los conceptos o el orden de tu respuesta, y a continuación empieza a desarrollarla. Trata de terminar el examen 5 ó 10 minutos antes de su finalización para que puedas darle un último repaso. No tengas prisa por entregarlo y revísalo a conciencia, puedes haber cometido algún pequeño error sin darte cuenta y este repaso puede servir para remediarlo. Por ejemplo, en un examen de matemáticas olvidar una coma o un cero puede cambiar por completo el resultado del ejercicio.

Una vez finalizado el examen, el profesor evaluará tu capacidad para entender el tema del curso o de realizar ciertas tareas. Si has cumplido con tu deber no cabe duda de que los resultados serán excepcionales, y que recogerás los resultados del trabajo, el esfuerzo y la preparación previa.

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