Agosto tiene ya los días
contados, y estas alturas, los temidos exámenes de septiembre son la prueba
crucial para los estudiantes; de ellos depende obtener o no una nota en
concreto, aprobar o suspender una asignatura, pasar de curso, acceder a la
universidad... Están pensados para medir hasta qué punto se ha estudiado y se
domina una materia, por tanto, para superarlos con éxito hay que domi
nar todo
el contenido. Algo muy similar sucede cuando nos presentamos, por ejemplo, a
una competición de triatlón. En este caso, iniciaremos la preparación con un
mes, dos, tres o el tiempo que consideremos necesario. Y nos entrenaremos para
las tres modalidades porque si fallamos en una de ellas no podremos ganar o,
por lo menos finalizar la prueba.
Debes preparar los exámenes con
las mismas ganas, ilusión y motivación que se prepara una competición de este
tipo. La preparación de aquellas materias que no superaste en junio o de las
que quieres subir nota, la debiste iniciar ya al finalizar el curso. El trabajo
debería haber sido regular durante el verano, para realizar el esprín final en
estos últimos días de agosto y que el esfuerzo realizado culmine con éxito y
buenos resultados.
Tan importante y decisiva es la
preparación del examen como la propia prueba. Por eso, me gustaría acercarte
algunos consejos que te pueden ayudar de cara a la convocatoria de septiembre o
para el próximo curso. Cuando te enfrentas al momento de la verdad, al propio
examen, es muy importante controlar los nervios y centrarse en lo que se está
haciendo. Escucha con mucha atención las instrucciones del profesor, y lee
detenidamente las indicaciones y preguntas del ejercicio. Antes de empezar a
escribir, elige la pregunta que más fácil te resulte o la que más puntúe y, si
tienes posibilidad, anota en una hoja en sucio los conceptos o el orden de tu
respuesta, y a continuación empieza a desarrollarla. Trata de terminar el examen
5 ó 10 minutos antes de su finalización para que puedas darle un último repaso.
No tengas prisa por entregarlo y revísalo a conciencia, puedes haber cometido
algún pequeño error sin darte cuenta y este repaso puede servir para remediarlo.
Por ejemplo, en un examen de matemáticas olvidar una coma o un cero puede
cambiar por completo el resultado del ejercicio.
Una vez finalizado el examen, el
profesor evaluará tu capacidad para entender el tema del curso o de realizar
ciertas tareas. Si has cumplido con tu deber no cabe duda de que los resultados
serán excepcionales, y que recogerás los resultados del trabajo, el esfuerzo y
la preparación previa.
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