En muchas ocasiones no prestamos la suficiente atención a
inculcar hábitos de vida saludables en los más pequeños hasta que nos damos
cuenta de que el refuerzo negativo exterior, con tanta comida basura,
sedentarismo y ley del mínimo esfuerzo, nos gana la batalla sin darnos cuenta.
Pues bien, nunca es tarde para trabajar en rutinas que sean beneficiosas para
la salud y que lleven a los niños a sentirse mejor con ellos mismos.
Remarcar la importancia de estas prácticas sin caer en el
error de enseñarlo como algo trivial, además de concienciar de las
repercusiones negativas que puede tener en un futuro próximo, es fundamental. Todo
esto sin meter el miedo en el cuerpo, claro está. Hay que mostrar los buenos
hábitos como actividades positivas que les conducirán a una vida plena.
La realización de actividades físicas como el deporte o
jugar con amigos tienen beneficios biológicos como la mejora de la resistencia
física, la flexibilidad y la movilidad de las articulaciones, así como la
regulación de la presión arterial o el incremento y mantenimiento de la
densidad ósea. A veces tampoco nos damos cuenta de los beneficios psicológicos
que tiene el ejercicio físico y que van desde el aumento de la autoestima y la mejora de la autoimagen hasta la
reducción del aislamiento social y el incremento del bienestar general. La
práctica de deportes y actividades grupales también fomentan el compañerismo,
la sana competitividad y el aumento de la capacidad de superación, valores muy
recomendables para el desarrollo mental de los más pequeños.
La alimentación es otro de los pilares básicos en una vida sana
y todos sabemos lo difícil que puede resultar a veces que los más pequeños
coman de todo y además que lo hagan 5 veces al día. Somos lo que comemos y
promover una alimentación equilibrada es la pieza clave que evitará problemas
como la obesidad o la malnutrición. Podemos hacer de la comida algo divertido y
hacer que los niños interioricen que comer de todo es algo normal y que resulta
beneficioso para ellos. Tampoco hay que excluir del todo aquellas cosas que más
les gustan, como esas chucherías por las que se pirran, pero enseñarles que
cuantas menos coman mejor.
Beber mucha agua ayuda a limpiar el organismo, mejorar la
digestión y la forma física. Hay que acostumbrarles a beber entre 6 y 8 vasos
de agua diarios y dejar de lado las bebidas carbonatadas y azucaradas.
Por supuesto también es importante que no abusen de la
televisión, los móviles y lo videojuegos. Hablamos de los beneficios que las
nuevas tecnologías pueden suponer si permitimos que las usen con moderación y
sin que les robe tiempo de otras actividades como el deporte o jugar con
amigos. De ninguna manera hay que entregarles este tipo de dispositivos para
que no molesten a los adultos, práctica muy extendida y para nada recomendable.
Recordar a los niños lo que valen y sepan que todos tenemos
defectos y limitaciones de los que no hay que avergonzarse. Esa autoestima forjará
su perseverancia y dedicación en los demás espectros de su vida, por lo que hay
que prestar una mayor atención a este punto.
El descanso también es importante, dormir alrededor de 8
horas diarias mejorará su capacidad de atención y aprendizaje. No es bueno
dormir poco, pero tampoco dejarlos dormir más de lo necesario.
No somos conscientes de lo que suponen estos pequeños
consejos hasta que es demasiado tarde. Por eso es esencial inculcarlos en los
más pequeños cuanto antes, y no solo para que hagan uso de ellos, sino para que
los promuevan en su entorno y así poder crear entre todos un mundo más
saludable. Como dijo Hipócrates: “La fuerza interior de cada uno de nosotros es
el más importante y fuerte sanador.
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