Ser optimista y mantenerse positivo ante todos los aspectos
de la vida es una actitud que debería inculcarse cuanto a antes a los más
pequeños. Un correcto desarrollo emocional es tan importante como cualquier
otro tipo de enseñanza y debe ser trabajado como tal. Un docente ha de
transmitir esa positividad para que los alumnos puedan desenvolverse en el aula
de una forma cómoda, sin ningún tipo de inhibición, y que además esta actitud
pueda servirles como ejemplo cuando salgan de la escuela. Hoy proponemos unas
sencillas pautas para hablar en positivo a los alumnos y lograr ese efecto de
confianza del que estamos hablando, no olvidemos que son las personas con una
buena actitud ante la vida las que superan cualquier tipo de adversidad.
Pensemos por un momento en la cantidad de órdenes que damos
a los niños a lo largo del día. “No corras”, “no grites”, “siéntate”, “haz los
deberes” o “pórtate bien” les suena de algo, ¿verdad? Un niño, ante semejante
aluvión de imposiciones, terminará por hacer oídos sordos, ¿quién no lo haría?
Probemos a verlo desde otro prisma y cambiemos la forma de dirigirnos a ellos,
podemos lograr un mejor resultado si reducimos las órdenes y reformulamos lo
que queramos decir sin que sea una orden. Está claro que es imposible eliminar
por completo las expresiones imperativas y que alguna tendremos que utilizar,
son niños al fin y al cabo, pero sí podemos transformar muchas de las que
utilizamos.
Quizá no nos demos cuenta de que cuando hablamos con los más
pequeños estamos en una posición elevada que otorga un grado inconsciente de
superioridad. Para hablar con ellos de algo importante deberíamos agacharnos o
ponernos en cuclillas para que sea una conversación de igual a igual. Este simple
gesto hará que sea una conversación sincera y positiva.
Ahora centrémonos en la autoestima de un niño, ¿creen que
las expresiones negativas, que utilizamos más de lo que deberíamos, le ayudan
en algo? Todo lo contrario, no somos conscientes de hasta qué punto pueden
afectar a su desarrollo y a su vida futura. Si estamos constantemente
repitiendo ese tipo de calificativos el niño los irá interiorizando hasta hacer
aflorar eses tipo de actitudes, lo que se suele llamar profecía autocumplida.
“Eres un desastre”, por ejemplo, es una frase que se una con mucha asiduidad y
que no hace ningún bien, muchos niños son distraídos pero no por eso son un
desastre. Eliminemos cualquier tipo de expresión negativa e intentemos sacar lo
positivo de cada actitud.
Hay muchas tareas que a los niños les resultan más tediosas,
¿por qué no convertirlas en algo divertido? Utilicemos su imaginación para
convertir las actividades menos populares en algo entretenido, está en nuestras
manos propiciar ese ambiente positivo. No conseguiremos nada si remarcamos los
aspectos negativos de recoger la clase, por ejemplo, hagamos de esa tarea un
juego.
Ser positivo es una actitud ante la vida y esto son solo
unos pequeños consejos para empezar a poner en práctica una ambiente deseable
en cualquier aula. No olvidemos que está en nuestra mano ser capaces de sacar
lo mejor de cada uno de nosotros y eso se verá reflejado a nuestro alrededor.
Ya lo decía Winston Churchill: “Soy optimista, no parece muy útil ser otra
cosa”, y la verdad es que no podría estar más de acuerdo.
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