Si algo tienen en común el
científico Albert Einstein, el artista Pablo Picasso, el político Churchill y el
fundador de Apple, Steve Jobs, es que todos ellos fueron malos estudiantes en
su etapa escolar. Pero a la vista está que el hecho de no triunfar durante su
vida estudiantil, no significa que vaya a fracasar de adulto. Y espero que no
me malinterpreten porque con esto no quiero animar a que nuestros hijos sean
malos estudiantes, pero lo que sí me gustaría es ofrecer un rayo de esperanza a
aquellas personas que han tirado o están a punto de “tirar la toalla”.
Lo único que quiero es que nadie
piense que su caso es un caso perdido porque, en mi opinión, no hay casos perdidos.
Sí que es cierto que puede haber estudiantes que, por un motivo o por otro,
hayan perdido la motivación y las ganas, y como consecuencia, obtengan malos
resultados. Pero precisamente ahí entra en juego nuestro papel como padres o
docentes, debemos ayudarle a obtener o recuperar esa energía que necesita para
seguir adelante en sus estudios.
Si quieres hacer de tu hijo un
buen estudiante, debes sembrar ciertos hábitos y actitudes que permitan cosechar
buenos resultados en un futuro. No te voy a engañar, cambiar de hábitos cuesta
mucho esfuerzo pero es algo que está en nuestras manos. Por eso me gustaría
hacer referencia a algunos consejos que te pueden ayudar en tu objetivo. En
primer lugar, debemos creer en nuestro hijo/a y motivarle para estudiar. La
falta de motivación puede estar propiciada por la falta de apoyo en casa, baja
autoestima, bajas expectativas en clase o la presión, entre otros.
Así, una vez que se muestre
dispuesto a estudiar tendremos que cambiar sus hábitos. Para empezar, no
permitas que mientras estudie se levante continuamente a hacer pis, beber agua,
a comer una galleta, y hazle entender la importancia que tiene permanecer
concentrado.
Explícale la necesidad de
subrayar, resumir o realizar esquemas. Son herramientas muy útiles que le
ayudarán a comprender la materia que debe estudiar, y le facilitarán la labor
de ordenar las ideas en su cabeza.
La posición a la hora de estudiar
también es esencial. No accedas a que estudie tumbado en la cama, el sofá, en
el suelo o en la piscina porque no conseguirá concentrarse. Y tampoco le
ayudará a hacerlo si estudia con música de fondo, viendo la televisión, con el
teléfono móvil o conectándose a las redes sociales. El orden también es básico
a la hora de estudiar, ya sea en el entorno de estudio como en la organización
del horario.
Además, debe tener muy claro que
estudiar es tarea de los estudiantes y, como tal, deben ser ellos mismos
quienes resuelvan los ejercicios o hagan sus propios esquemas. Si pensamos que
haciéndole nosotros los esquemas ganará tiempo, estamos muy equivocados.
Incúlcale desde pequeño la
necesidad de esforzarse y de dar cada día un poco más de sí mismo. Evita que
busque culpables cuando los resultados no son los deseados. Los malos
resultados no son de los profesores, el colegio, el sistema o los propios
padres, los malos resultados son suyos y como tal debe asumirlos para ponerles
solución.
En definitiva, la clave para los
considerados “casos perdidos” que, repito, en mi opinión no hay casos perdidos,
es entender su diferencia como algo positivo. Padres y docentes debemos
trabajar para estimular su imaginación, mantener viva la curiosidad y animarle
a aprovechar las oportunidades que le permitirán alcanzar el éxito. Y no
desesperes, por muy malas notas que hayan obtenido, si tiene un objetivo,
conseguirá las fuerzas y los recursos para alcanzarlo.
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