Suele ser usual que los profesores requieran a sus alumnos la
confección de diversos trabajos. Una actividad que complementa la materia
impartida en clase y que, además, debería poner en práctica nuestra habilidad
para buscar, seleccionar y contrastar datos, así como nuestra capacidad para resumir,
expresar y manifestar con orden y claridad las ideas, pero…¿sabemos realmente
hacer trabajos? La cantidad de información que disponemos a golpe de ratón, en
muchas ocasiones no resulta bien empleada. Muchos de los trabajos se limitan a
ser un “copia-pega” de la primera página que aparece, por ejemplo, al buscar
información sobre la I Guerra Mundial.
Por ello voy a intentar, a grandes rasgos, esbozar algunos
consejos sobre cómo debemos elaborar un buen trabajo de clase. En primer lugar,
en lo que se refiere al contenido, tendremos que escoger el tema, siempre y
cuando sea opcional. Debemos tener muy claras las pautas y orientaciones
marcadas por el profesor antes de iniciar la elaboración. A continuación,
plantearemos una serie de preguntas a las que nos gustaría dar respuesta e
iniciaremos la búsqueda de información y crearemos un esquema con los puntos a
desarrollar. A la hora de recabar información, nunca nos conformaremos con una
única fuente, trataremos siempre de consultar, al menos, dos o tres, intentando
combinar libros (que aunque parecen estar en desuso siguen existiendo),
internet o medios de comunicación. Seleccionaremos los datos o informaciones
más importantes y, a partir de allí, elaboraremos un primer borrador.
Una vez finalizada la “propuesta”, el siguiente paso será
darle forma y hacerle un “lavado de cara” antes de entregárselo al profesor.
Así, depuraremos el borrador haciendo especial hincapié en evitar las faltas de
ortografía y teniendo especial cuidado con la redacción del mismo. Construye
párrafos con sentido y dedica uno para cada idea. El diseño debe ser limpio,
fácil de leer y de comprender. Evita tachones, excesos de color o adornos. Es
muy recomendable resaltar los títulos de cada apartado y, a ser posible, añadir
material gráfico como pueden ser mapas, fotografías, tablas o estadísticas.
Al final del documento, es muy aconsejable citar las fuentes
utilizadas para el trabajo en el apartado de “Bibliografía”. Allí se indica el
libro o la página consultada así como el autor de dicha información.
Para finalizar, es recomendable hacer un último repaso en el
que tratemos de corregir aquellos pequeños fallos o despistes que pueda haber.
Si hay que entregar el trabajo en papel, imprimiremos la copia definitiva y la
encuadernaremos en una funda plastificada. Por el contrario, si la entrega es
en formato digital nos aseguraremos que enviamos o guardamos el archivo
correctamente.
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