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jueves, 22 de octubre de 2015

La gestión del tiempo




El tiempo es el recurso más valioso que poseemos y puede que el más escaso. En muchas ocasiones no somos conscientes de que está en nuestras manos aprender a sacar el mayor provecho de él y para ello debemos aprender a gestionarlo. Como se suele decir, la victoria siempre sirve a la persona que está mejor preparada y no conozco mejor preparación que saber priorizar, planificar y organizar.

Administrar el tiempo nos puede resultar imposible en un principio, pero todo es cuestión de hábitos. Intentar sacar el mayor rendimiento a todos los días de la semana marca el primer paso que debemos dar. Hay que aprovechar los días al máximo, organizar (tiempo libre, comidas, horas dedicadas al estudio, descansos) y por supuesto, no abandonar la estrategia. No sirve de nada comenzar una plan que posteriormente no se sigue. Eso tampoco quiere decir que no pueda haber ligeras variaciones, pero es importante no desviarse demasiado.

Priorizar es una tarea difícil que suele ser el mayor enemigo del tiempo. Saber dedicar el tiempo que requiere una actividad importante y relegar a un segundo plano otro tipo de labor secundaria es uno de los puntos esenciales en la gestión óptima de este bien tan escaso. Aprender a decir “no” a determinados compromisos, tener presente las responsabilidades de cada uno y en definitiva hacer honor a la frase: “lo primero es lo primero”, nos ahorrará muchos quebraderos de cabeza.

La planificación en el tiempo de cualquier tarea es tan importante como realizarla y marcará la diferencia en los resultados. Si distribuimos en varios días una actividad que sea muy laboriosa nos costará menos trabajo llevarla a buen puerto, además de tener tiempo para poder razonar todos los posibles puntos de vista o corregir cualquier error en caso de que fuera necesario. Dejar las cosas para el último momento nunca ha sido una buena idea.

No olvidemos dejar de lado cualquier tipo de distracción si lo que queremos es alcanzar un objetivo de la forma más eficiente posible. Ni música, ni televisión, ni visitas a redes sociales, nada que pueda sacar nuestra mente de nuestra tarea. La concentración es fundamental si queremos aprovechar el tiempo.

No somos androides, así que también hay que dejar el tiempo que necesitemos para descansar y liberar tensiones, una mente despejada trabaja mucho mejor. Tan malo como no gestionar el tiempo en nuestras tareas es dedicarles demasiado tiempo. La mente tiene unos límites y si trabajamos demasiado caemos en la posibilidad de tomar decisiones que no nos convienen.

Marcar metas e identificar los ritmos personales también nos ayudará a optimizar mejor nuestra disponibilidad. De nada nos sirve trabajar si no conocemos nuestro objetivo, es más difícil desempeñar cualquier tarea si no atisbamos el final de la misma. Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos y sabemos hasta donde podemos llegar. Marca tus rutinas, identifica los momentos del día en los que mejor rindes y aprovéchalos.


Al fin y al cabo, todo depende del tiempo que se nos ha dado y de cómo lo utilicemos. Winston Churchill tenía mucha razón cuando dijo: “¿Amas la vida? Pues si amas la vida no malgastes el tiempo, porque el tiempo es el bien del que está hecha la vida.”

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