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miércoles, 7 de mayo de 2014

Las técnicas de estudio, el fruto de la constancia





¿Te has planteado alguna vez si estudias de la forma correcta? Muchas veces los resultados no dependen de las horas que dediquemos a algo, sino de cómo nos dedicamos a ello. En el caso del estudio, podemos pasar horas y horas delante de los apuntes, pero si ese tiempo no es productivo no lograremos los resultados esperados, lo que puede resultar “frustrante”. Se ha demostrado que una de las principales causas del fracaso escolar y académico es que los alumnos no saben estudiar. Precisamente, aquí radica la importancia de aprender a aprender para que estudiar sea, cada día, un estímulo gratificante.

Las técnicas de estudio no son infalibles ni tampoco imprescindibles para todos, pero debemos conocerlas para poder elegir la que mejor se adapte a nuestra forma de interiorizar contenidos. Y en nuestra mano está adaptarlas o “inventar” otras nuevas, la cuestión es que nos resulten útiles. Aunque la memoria debe estar entrenada para lograr un buen aprendizaje, estudiar de memoria está pasado de moda porque ahora tenemos muchas otras técnicas de estudio que resultan más divertidas y dinámicas.

Seguro que en más de una ocasión habéis dejado los apuntes encima de la mesa, han pasado varios días y no tenéis muy claro por dónde cogerlos. Ya que empezar algo es tenerlo casi terminado, comenzaremos por la lectura. Ésta supone la parte más importante del estudio porque es la forma de entrar en contacto con un tema. Lo esencial en esta fase es lograr la comprensión del texto, todo dependerá de nuestra capacidad para entender palabras y emplearlas correctamente. Es muy importante que siempre estemos dispuestos a aumentar nuestro vocabulario y que, cuando aparezca una palabra desconocida, dediquemos un minuto a buscarla en el diccionario o en internet. De esta forma lograremos almacenarla en nuestra cabeza para siempre. En este sentido, también nos puede ser útil elaborar una lista de conceptos clave.

El subrayado y las anotaciones al margen nos ayudan a destacar lo relevante de la información que vamos leyendo. Antes de subrayar el texto es imprescindible que hayamos comprendido todo el contenido. Podemos emplear distinto subrayado en función de los aspectos que queramos destacar (idea principal, idea secundaria, detalle…), y hacer uso de otras herramientas que nos ayuden a relacionar unos contenidos con otros (flechas, símbolos, corchetes, paréntesis…). ¡ojo! No caigas en el error común de subrayar en exceso y empezar a hacerlo antes de haber realizado una lectura completa.

También resulta muy interesante sintetizar el temario mediante un resumen, presentando la información de forma breve y con nuestras propias palabras; crear nuestros propios apuntes nos permitirá recordarlo más fácilmente. Otra opción a la hora de sintetizar es mediante un esquema, en el que presentaremos, de manera clara y concisa, las ideas principales, secundarias y su estructura lógica.

Si en nuestra cabeza almacenamos una serie de ideas “sin orden ni concierto”, los mapas conceptuales o mentales nos ayudarán a organizarnos. Esta técnica, bien utilizada, puede ahorrarnos muchas horas de estudio y ayudarnos a consolidar nuestros conocimientos de cara al examen. 

Seguro que en alguna ocasión has intentado memorizar una serie de palabras sin éxito. Esto ya no te volverá a ocurrir sin inventas palabras que te faciliten memorizar ese listado. Por ejemplo, la palabra inventada BIG (que relacionamos con “grande” en inglés) nos puede ayudar a recordar Beneficios, Ingresos y Gastos. Y ello a su vez, nos puede servir para memorizar la fórmula de BENEFICIOS = INGRESOS/GASTOS.
A la hora de elegir la técnica de estudio, debemos ayudarnos de nuestros puntos fuertes. Por ejemplo, si contamos con una buena memoria visual, tendremos facilidad para memorizar mejor los conceptos que están asociados a imágenes o dibujos. Por ello, puede ser muy útil acompañar el estudio con ciertos recursos visuales.

Tal y como ya hemos mencionado en alguna ocasión, resulta esencial saber organizar el tiempo de estudio estableciendo nuestro propio calendario, en función de los objetivos y el tiempo del que disponemos. Y como reza el refrán, “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

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