En cierta ocasión, el genio
Albert Einstein afirmó que sus descubrimientos no eran fruto de su
inteligencia, aseguró que todo era mérito de su perseverancia. Y es que este
genio científico presentó diferentes problemas de aprendizaje, pero tenía una
gran motivación para triunfar en aquello que se propuso. Ya lo reza el dicho
popular “querer es poder”, lo que viene a decir que cuando deseamos algo se
eliminan las barreras u obstáculos que pueda haber en nuestro camino y sólo
vemos la meta.
A menudo oímos lo importante que
resulta estar motivado para lograr lo que uno se propone. Más aún en tiempos de
crisis, cuando se necesita doble dosis de motivación. Pero, ¿Qué es exactamente la motivación? Es
un estado interno que activa, aporta energía, dirige y mantiene la conducta de
la persona hacia metas o fines determinados. Es el impulso que mueve a la
persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas hasta su
culminación.
Ir a la escuela, interiorizar
unos conocimientos y superar exámenes son grandes retos en el día a día de
nuestros hijos o alumnos, que pueden estar determinados, entre otros aspectos,
por la motivación. Los estudiantes necesitan el impulso y energía para trabajar
día a día, pero para conseguirlo la tarea no es sólo suya o de los padres, el
entorno escolar también juega un papel muy importante reconociendo el esfuerzo,
el progreso e individualizando la esperanza. Al fin y al cabo, el objeto de la
enseñanza es el alumno y el de la educación el individuo (nuestro hijo o
alumno). Entre todos, familia y ámbito educativo, debemos trabajar por
conseguir esa motivación que necesitan y que les ayudará a forjar un proyecto
personal de vida.
Detectar el problema a tiempo es esencial para poner una solución.
Si creemos que nuestro hijo/a
tiene falta de motivación, también deberemos detectar cuándo el niño dejó de
motivarse por los estudios. Para descubrirlo simplemente tenemos que hablar de
forma tranquila y escuchar atentamente lo que expone. Los niños son muy
sinceros, lo más probable es que nos explique cuáles son las causas que le
desmotivan a la hora de hacer la tarea.
Una vez identificado el
“problema”, trabajaremos para motivar a nuestro hijo o alumno. En este sentido
es imprescindible que perciba que puede conseguirlo y que, en el camino hasta
la meta, contará con una serie de pautas en forma de guía para ir en la buena
dirección. También debe saber que en todo momento vamos a estar a su lado para
ayudarle y apoyarle. Por tanto, marcar unos objetivos, desarrollar y aplicar el
plan serán las primeras tareas.
Como padres, somos para nuestros
hijos el modelo a seguir y, como tal, tratarán de imitarnos. Por ello, si
queremos motivarles tendremos que ser los primeros en dar ejemplo. No podemos
pedirle que haga los deberes o lea un libro si nunca nos ha visto hacerlo a
nosotros, y además se lo pedimos mientras estamos tumbados en el sofá viendo la
televisión.
Otro aspecto muy importante es
que identifiquen el esfuerzo como algo positivo. En nuestras manos está
hacerles ver que aunque se hayan esforzado y no hayan conseguido lo esperado,
los resultados que vendrán a largo plazo merecerán la pena. En este sentido, le
estimularemos para que identifique sus aspiraciones a largo plazo, y
potenciaremos que se centre en conseguir objetivos pequeños hasta alcanzar el
principal.
De nada nos sirve ser negativos y
transmitir ese sentimiento a nuestros hijos. Por el contrario, mostrarles
siempre el lado positivo de las cosas puede ser de gran ayuda. Como también lo
es reconocer los resultados positivos y cuando sean negativos animarles a
mejorar.
La motivación viene acompañada de
la confianza. La fuerza de voluntad, la fe y no tener miedo a fracasar son, en
muchos casos, la clave del éxito incluso en las condiciones más desfavorables.
Como ya hemos mencionado en más
de una ocasión, las expectativas deben ser razonables. Por ejemplo, no podemos
pretender subir un pico de 8.000 metros si nunca hemos subido un monte.
Cuando tengas dudas, fíjate en la
parte que llevas conseguida, no en la que te queda por conseguir. No gastes
tiempo en quejarte porque sólo te quitará energías y no te solucionará nada. Llena
tu mochila de optimismo, camina con paso firme y disfruta siempre del camino.
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